Hoy empezó caluroso, de un calor que se venía del desierto, de arena y viento. No hubo un puente de orfebres que me regalara un encordado de seis sobre ese olor a espino y barniz.
Hoy empezó caluroso, con ese silencio que tiene la tierra al no moverse, no sea que se requiebre, se raje y deje salir aún más dolor del centro cavernoso y rumiante que la ha forjado por milenios.
Hoy comenzó silencioso, como cuando el calor se apodera de cada esquina del patio y hace llover esa sombra cálida que se nos pega a pesar de que golpeemos a palos,
Hoy comenzó silencioso, con el viento tratando de imitar el sonido del agua al fluir entre las rocas de un riachuelo, pero que termina sonando a estanque detenido.
Hoy termina con el viento trayéndome mi música, mezcla de quietud, viento flojo, sol enrojecido, grillos y tristeza. Mi música arrancada de las raíces de un olivo solitario, música que solo puede venir de Oriente…