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Precioso día en Quintay!

The Beatles – Rarities

Sahara

Un reconocido cantautor de Cádiz, Javier Ruibal ha creado un nuevo tipo de música moderna que combina sonidos del norte de África con el flamenco y otras influencias diversas.

Con los ritmos más ricos y la armonía formando la base del Sahara, Ruibal se inspira en su amor a la vida y en mujeres hermosas, lo que resulta en letras con cuentos fantásticos y evocadores poemas de amor en español.

Un secreto bien guardado más allá de las fronteras españolas durante demasiado tiempo, este, su sexto álbum (2003), es el debut internacional de Javier Ruibal, muy ansiado por todos nosotros.

Ha valido la pena la espera para gozar de este nuevo aluvión poético. De verdad que todas las canciones recompensan nuestra gentileza.

Para esta familia, sin duda que la «Puerta de Estambul» es la que más lágrimas nos trae, que ganas de haberme podido sentar con mi abuela a escucharla, pues con mi madre ya tuve ese privilegio.

Beyond the Missouri Sky (Short stories)

Beyond the Missouri SkyAmplios espacios, infinitos atardeceres, el campo y el sol, la tranquilidad de la América más profunda. El contrabajista Charlie Haden se crió en Forsyth, Missouri, entrando en contacto desde una temprana edad con el universo de la música folk americana, gracias a la tradición musical de su familia y al programa de radio en que aparecían los Haden por esos tiempos.

Ese conocimiento de la raíz tradicional aumentó el rango expresivo del músico en su posterior aventura jazzística, otorgándole la capacidad de hacer sencillo lo complejo, de ser capaz de hablar con la máxima expresividad usando pocas notas, sin excesos ni florituras.

Dos décadas más tarde en Lee’s Summit, tan sólo a 150 kilómetros de Forsyth y aún en el estado de Missouri, vio la luz un Pat Metheny cuya gran pasión durante su adolescencia era pasar horas y horas practicando con la guitarra mientras veía el campo, el sol, el universo del Medio Oeste desde su casa. E incluso en los trabajos más intrincados del gutarrista se nota una cierta influencia folk, un sello de identidad donde queda clara su procedencia. Inevitablemente, ambos maestros se conocieron a finales de los setenta, colaboraron repetidamente y entablaron una enorme amistad, hasta el punto de que Pat fue el padrino de la boda entre Charlie y Ruth Cameron en 1989. Cómo no, la idea de grabar un disco a dúo (especialidad, por cierto, del contrabajista) sobrevino y finalmente en 1996 los dos amigos vieron realizado su sueño, música basada en su Missouri natal, pero yendo más allá (Beyond the Missouri Sky).

Como reza el subtítulo de portada, el disco está formado por historias cortas con un fuerte arraigo tradicional que representa la raíz de ambos músicos, en contexto jazzístico pero con un detalle definitivo: instrumentación acústica. A pesar de las orquestaciones y programaciones que Metheny grabara posteriormente en algunos cortes (a instancia, curiosamente, de Haden), la base del CD es el simple dúo entre guitarra acústica y contrabajo, sin pistas adicionales. Así ocurre en los primeros temas y así ha ocurrido en las excelentes representaciones en directo que el dúo ha venido dando en Europa a lo largo de los años siguientes a la aparición de este trabajo. Volviendo al subtítulo de portada, cada tema es en sí mismo una historia. Para la ocasión el bajista recuperó su habitual First Song, que toma tintes dramáticos, muy cercanos a la música de películas europeas, que encuentra un espacio explícito en las excelentes recreaciones de los dos temas principales de Cinema Paradiso (cuántas veces habrá expresado Pat su admiración por Ennio Morricone). Más material cinéfilo con el Two for the Road de Henry Mancini y misterio con Tears of Rain, nueva composición de Metheny en la que presenta su nueva guitarra sitar acústica, recién sacada del laboratorio de Linda Manzer. No obstante los tres primeros temas son los que definen con mayor exactitud el discurso del dúo. Waltz for Ruth (dedicado, al igual que First Song, por Haden a su esposa) es un precioso vals donde ambos músicos caminan como uno solo, al igual que en Our Spanish Love Song. El Message to a Friend que Pat ya grabara con John Scofield tres años antes (y que está escrito en honor a Charlie Haden) toma unos derroteros oscuros y sentidos, con el contrabajo apoyando de forma solemne los precisos acordes de la guitarra acústica.

El sonido más folk lo encontramos en las versiones, como los lentísimos The Moon Is Harsh Mistress y He’s Gone Away o el The Precious Jewel de Roy Acuff, donde el trabajo rítmico de Pat para la melodía de su compañero (y posteriormente para la que él mismo grabó encima) es sencillamente fabuloso. La eléctrica aparece prominentemente en The Moon Song, y el cierre es un tema que Josh Haden (hijo de Charlie) compuso para su grupo Spain llamado Spiritual.

La sensibilidad de ambos músicos en un contexto tan íntimo es digna de especial mención. No sólo encuentran uno, sino varios lenguajes comunes, y todo ello afecta de forma muy positiva al resultado final. Pocas grabaciones en la carrera de Metheny han levantado tanta unanimidad. Entre los apasionados por este Missouri Sky y los que sencillamente lo respetan todos coinciden en que se trata de un excelente disco, curiosamente sin fuegos de artificio ni una gran producción. Cómo sería la cosa, que hasta el gobernador de Missouri declaró el 25 de Febrero (día en que apareció el CD en el mercado) como día de Charlie Haden y Pat Metheny.

Temas

pa’ mi madre…

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Fue Pastora Imperio, la excelsa bailaora y cantaora, hija de la legendaria Rosario “La Mejorana”, quien sugirió a Manuel de Falla y a María Martínez Sierra que escribieran la música y el libreto, respectivamente, de El amor brujo. En esta obra, calificada por sus autores de “gitanería”, Falla quiere penetrar el alma del cante jondo, música ancestral que transmite los ecos y las reminiscencias de múltiples culturas. Capta e integra en su música la fuerza primitiva, el carácter mágico y la esencia trágica de este arte cuyas raíces se hunden en un lejano pasado. En una entrevista concedida a Rafael Benito unas horas antes del estreno, Falla subraya: “La obra es eminentemente gitana. Para hacerla empleé ideas siempre de carácter popular, algunas de ellas tomadas de la propia Pastora Imperio, que las canta por tradición, y a las que no podrá negárseles la ‘autenticidad’. En los cuarenta minutos que aproximadamente dura la obra, he procurado ‘vivirla’ en gitano, sentirla hondamente, y no he empleado otros elementos que aquellos que he creído expresan el alma de la raza. Siempre el motivo popular, vestido con una técnica adaptada a su carácter para que formen un ‘todo’ homogéneo”.

Después del estreno de esta primera versión, Falla realizó, entre 1915 y 1925, ocho versiones de la obra, la última de éstas siendo la más universalmente conocida y representada: el ballet en un acto El amor brujo, estrenado el 22 de mayo de 1925 en el Teatro del Trianon Lyrique de París, bajo la dirección de Manuel de Falla, contando en el papel de Candelas, con la mítica bailarina y coreógrafa Antonia Mercé «La Argentina” de la que Lorca dijo en 1930: “(…) nadie en el mundo ha sabido escribir en el viento dormido este arabesco de sangre y hueso como Antonia Mercé”.

Entre la gitanería y el ballet, existen diferencias sustanciales en lo que se refiere a la estructura, la orquestación y el argumento.

El argumento es mas o menos… Candelas, bella y joven gitana, es cortejada por Carmelo y desea corresponder a su amor, pero el Espectro de su primer amante, un gitano celoso, disoluto e infiel, la aterroriza y se interpone entre ella y Carmelo. Este convence a Lucía, una joven gitana amiga de Candelas, de que finja estar enamorada del Espectro y le atraiga hasta que haya podido dar a Candelas el “beso del amor perfecto”. Carmelo y Candelas intercambian por fin el beso salvador y el Espectro es conjurado para siempre, “vencido por el amor”.

Las melodías y los ritmos gitanos, profundamente asimilados por Falla, tienen gran presencia en la “Canción del fuego fatuo”, cantada y bailada por Lucía, y basada en el vito, danza gitana de ritmo muy vivo, casi convulsivo.

Canción del fuego fatuo

Y por seguirilla, Las Morillas de Jaén…

Pa´l gozo, son las interpretaciones de Estrella Morente y de Javier Perianes (al piano)

Solo pa saber madre mía… ¿qué es el fuego fatuo?

Entre 20 aguas, un homenaje al maestro

Me las lío con Paco de Lucía desde hace mucho, ya otras veces he colocao algo de él por aquí. Este año ya se cumplieron 2 años desde su muerte y que decir, no han sido fáciles, el inimitable sonido de su guitarra sigue presente en las que ahora parecen inumerables grabaciones que dejó para que disfruten las generaciones futuras. Y las generaciones presentes, junto a compañeros de fatigas, han querido rendirle un homenaje a través de las 16 canciones que se recogen en este disco.

La mitad son versiones de Vámonos, una variación de su conocido tema "Entre dos Aguas" y que rehizo en su presentación en vivo del 2010 en España. Todas ejecutadas por artistas de diferente edad, condición y procedencia geográfica, con los que Paco (que me disculpe el maestro) tuvo relación en algún momento de su carrera artística:

Para mi amigo Paco

El disco se abre con el pianista de jazz Chick Corea, con quien mantuvo una estrecha relación personal, además de haber tocado juntos en numerosas giras. Afronta la dedicatoria con un solo de piano y variaciones del tema central de la rumba.

Cayos reales

Una base continua de palmas y la percusión de Piraña arropan la guitarra eléctrica de Raimundo Amador y la flamenca de Diego del Morao, que se fusionan para dar a esta rumbita eterna un toque blues del que Raimundo es un auténtico virtuoso.

Aguas de funk

El bajista mexicano Abraham Laboriel no se ha querido perder este homenaje y, acompañado por Piraña a la percusión, resuelve el tema con esos aires funkies que tan bien domina, y que ya había interpretado con Paco en un festival de jazz en Puerto Rico.

Al gran Paco

Con una solemne introducción de piano solo, Chucho Valdés va incorporando la orquestación, de tal forma que la rumba se llena de sonidos caribeños que, con otras notas, mantiene la estructura compositiva, y, aunque se va por otros derroteros, conserva los momentos cálidos y los desmelenes.

Alma de Lucía

Un palmeo de ritmo hipnótico y la melancólica voz de Lucas Vargas —“escucho su guitarra sonando por bulerías”— dan pie a la entrada de la guitarra de Josemi Carmona y del bajo de Alain Pérez, quienes alternan las notas de la rumba con unas variantes del tema Chanela, pero a una velocidad más reposada.

La otra orilla

El joven cantante e instrumentista de oud Dhafer Youssef, de origen tunecino, rinde este homenaje desde la fusión entre sus tradiciones autóctonas y la música de jazz, arropado por la percusión de Piraña y la guitarra de Limón.

¡Vámonos, Jorge!

El saxofonista Jorge Pardo era uno de los componentes habituales del Sexteto que, durante varios años y bajo la dirección de Paco, dio la vuelta al mundo; una exposición con solo de flauta marca las líneas maestras de la composición, a la que se van incorporando paulatinamente el bajo eléctrico, percusión, guitarra y teclados; destaca el tratamiento distorsionado de algunos de los párrafos guitarreros y una orquestación muy típica de finales de los setenta.

Paco

El guitarrista autodidacta argentino Luis Salinas, habitual en los festivales de jazz europeos, le ofrece esta composición propia, con su personal estilo de guitarra, una base de percusión y su propia voz: “Paco, tú te fuiste y nos dejaste, nos dejaste sin tu magia, que hoy lloramos sin consuelo; Paco, nos dejaste en silencio, las guitarras ya no suenan, porque no tienen consuelo; Paco, el flamenco ya te llora, porque estás ya en el cielo y te llora el mundo entero… Paco”.

Al otro lado del agua

Michel Camilo consigue un sonido de una claridad pasmosa en su solo de piano y sigue la pauta de la rumba al pie de la letra con ligeras variaciones armónicas.

Julia Amelia

El trompetista Jerry González compone un tema que, con su habitual sordina y con un ligero apoyo de percusión y guitarra, va desarrollando una línea mistérica que acaba diluyéndose lentamente.

¡Vámonos, hermano!

Su hermano del alma Pepe de Lucía le pone letra a la rumba y, acompañado de un coro y a un ritmo muy suave, lo define como “un hombre entre dos tiempos y entre dos aguas…, la pena que a mí me atrapa”; sentimiento, hondura y desolación por la pérdida de alguien que llegó a ser más que un hermano.

De perdidos al río

El bajista Carles Benavent se marca una composición propia con aires de The guitar trio, arropada por una profusión de cuerdas y una base de percusión que acompañan a una frase musical que se repite en distintas tonalidades y con diferentes orquestaciones.

Primera última vez

Con unos recursos materiales mínimos pero con una rotunda expresividad, la desgarrada voz de José Mercé, acompañada solo de un palmeo y el toque de Piraña al modo de difuntos, marca su personal homenaje al que, sin solución de continuidad, se suma una guitarra y la voz de Alejandro Sanz, quien declara que es la “primera y última vez que canta por soleá”, y le canta a su Paco que no le puede tocar y que vive en la eternidad; tema conjunto que, ¡ay!, pone los pelos de punta.

Vámonos

Entre los más jóvenes de los artistas que forman parte de Entre 20 aguas, el armonicista Antonio Serrano interpreta la rumba al pie de la letra, acompañado por la guitarra de Luis Salinas, el bajo de Alain Pérez, la guitarra de Antonio Sánchez y la percusión de Piraña. Orientado hacia el jazz, Serrano acompañó a De Lucía en sus últimas giras en lo que ha calificado como una de las experiencias más enriquecedoras de su vida. Este tema due grabado durante la gira que Paco de Lucía dio por España el año 2010.

A este homenaje se podrían haber sumado muchos artistas más de cualquier género o estilo musical, porque la rumba es tan completa que da para eso y para mucho más, y el propio Paco, a lo largo de su carrera en sus infinitas giras por todo el mundo, fue variando la composición, añadiendo instrumentos, alargando la exposición o la rueda de acordes, ilustrándola con un bailaor, mejorándola con el toque de percusión del cajón peruano, pero siempre con esa precisión y endiablada rapidez que nadie podía alcanzar.

Charlie Haden, Last Dance

Otro grande que se nos va, el 11 de Julio nos dejó Charlie Haden. Rebuscando entre mis discos, me doy cuenta que es un protagonista muy presente. Le tengo especial cariño a 4 discos:

  1. Beyond the Missoury Sky (con Pat Metheney)
  2. Sophisticated Ladies
  3. Jasmine (con Keith Jarrett)
  4. Last Dance (con Keith Jarrett)

Este último disco publicado el 1 de Junio de 2014, un mes antes de morir, y con un título ensombrecedor.

chpr2010-209x300Mucha gente siempre amará su forma de tocar, pero nadie nunca lo imitará. Él era raro, verdaderamente original. De entonación perfecta, orejas grandes, el más cálido y cautivador tono en la historia del bajo en el jazz; y siempre musical. El mejor «partner» que un artista puede tener para sus proyectos. Si no pregúntenle a Keith Jarret, su entrada sincera y el profundo entendimiento los llevaron a crear dos tremendos discos como son «Jasmine» o «Last Dance».

Tenía fama de neurótico, obsesivo, un tipo raro… ni siquiera se le consideraba un auténtico virtuoso de su instrumento. Y, sin embargo, el mundo del jazz estaba unánimemente rendido a sus pies: “tocar con Charlie Haden es distinto a todo”, aseguraba Pat Metheney,  para quien el contrabajista era el mejor compañero de escenario con el que nadie pudiera soñar. “Charlie no es un contrabajista de jazz, es… otra cosa. No toca notas, hace filosofía”. Un ilustre y filosófico pionero del free jazz.

Su idea de un jazz «descentralizado» le llevó a tocar a dúo con el guitarrista de fado Carlos Paredes y con el pianista cubano Gonzalo Rubalcaba. “Me encantaría tocar con Paco de Lucía”, declaraba con ocasión de su última visita a Madrid, “pero tengo entendido que es muy difícil”.

Sin duda que Haden sacó el contrabajo de detrás del escenario y lo hizo protagonista en sonido, forma, expresión, pasión y música.

 

Canción Andaluza

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Llegado el 29 de Abril de 2014, ha llegado a mi ordenador el último disco de Paco de Lucía, póstumo además. (Ver post anterior). Y es que ya eso de decir a mi manos, joder ya no va, es más, pensando en qué lugar podría adquirir la caja con el disco en nuestro Santiago actual, pues no se me ocurriría dónde.

Nunca he creído en las casualidades en lo que a música se refiere, y los que me conocen algo, saben que toda la música que traigo en mi vida está zurcida con ese hilo perenne que es capaz de unir las cosas más lejanas y crear una amalgama, un amasijo hecho de sonidos, voces, recuerdos y todo lo que la música es capaz de traernos.

Por eso que el último disco del maestro lleve por nombre Canción Andaluza (y no Canción Gitana o Canción Flamenca o Canción Española, u otra variante), es la manera en que uno sabe que es una despedida, de esas que tienen que ver con traer a la madre, al barrio, al limonero y el azafrán al presente antes de decir adiós. El genio de la guitarra flamenca se despide dándose un gusto. Volviendo a los orígenes en su último y póstumo disco: Canción Andaluza

Canción Andaluza

Le tomó un año, de octubre de 2012 a septiembre de 2013, grabar en su casa de Palma de Mallorca, los temas que componen un disco que emociona desde su portada, con un retrato que le hizo su mujer, Gabriela Canseco, en el que, en fondo negro, la luz acaricia parte del cuerpo de la guitarra, su mano y su rostro.

«Se va uno dando cuenta, con el paso de la vida, de que la niñez no es solo el arranque. La niñez es el destino. El hogar al que volver. Es ahí, a esas calles de Algeciras que sonaban a Quiroga, León y Marifé, a esos primeros pellizcos del alma, a los ojos verdes, la zambra y el desconsuelo, donde vuelvo otra vez a volver», escribe Paco en el disco «a través» de su hija Casilda.

El guitarrista fue «el niño» de los Sánchez, «un rubio regordete» que cayó en su familia como una estrella, ha recordado hoy en la presentación su hermano Pepe, superviviente junto a su hermano Antonio de una dinastía en la que la guitarra y el cante eran «los juguetes».

Paco de Lucía ya había reinterpretado «canciones andaluzas», como a él le gustaba decir, no copla ni canción española, con su hermano Ramón en 1967, y dos años antes con Ricardo Modrego en un estilo contenido y preciso, que recordaba a la de Sabicas acompañando a Estrellita Castro en «María de la O», de 1935. (Y aquí se me cuela entre versos mi madre silbando de pasión esta canción de camino a aquí y para allá).

Esta «María de la O», la suya, es un juego de ritmos entre el tango y la bulería y le siguen un «Ojos verdes», que se abre por seguiriya, sigue por bolero y culmina en rumba, y un «Romance de valentía» en el que el tiempo es de pasodoble, con palillos y aires de tanguillo. En «Te he de querer mientras viva», de su «amor platónico» desde que era niño, es decir Marifé de Triana, Estrella Morente le devuelve «la visita» que él le hizo en «Autorretrato» y mete «alma y corazón» por zambras y fiesta en un tema que el artista quiso dedicar a su mujer.

«La chiquita Piconera» suena a cuplé, pasodoble, tango y fado y, con Parrita, el gitano de Valencia, hace «Romance de Juan de Osuna» y «Manuela», zambra y tientos que rompen, como mandan los cánones, por tangos, en un sentido homenaje a Manolo Caracol.

«Iba a hacer otra cosa, pero yo le dije a mi hermano que Parrita, con esa voz tan rota, no estaba ahí bien y que lo que tenía que hacer era las canciones que nosotros cantábamos de chicos, y ahí está que se sale», desvela su hermano.

Paco de Lucía mete a «Quiroga por bulerías» y elige fragmentos de «Lola la Piconera», «La Ruiseñora» y «Candelaria la del Puerto», con un son caribeño que alterna ritmos binarios y ternarios. Y termina el disco con «Señorita», junto al bajista cubano Alain Pérez y Óscar León cantando en clave de salsa.

Es decir que el tocaor de Algeciras hubo de recorrer el mundo entero, todas las músicas, el jazz, la bossa, el son, la clásica… para volver a casa. Su autoexigencia le llevó a inventar varios géneros nuevos (la guitarra flamenca contemporánea, el nuevo flamenco, el tanguillo, el cajón flamenco) para poder permitirse este lujo, este capricho delicioso, este gran fin de fiesta que se llama Canción Andaluza. El ejercicio de comparación entre aquellas inaugurales versiones de Quiroga y éstas que ahora nos ofrece Paco de Lucía es la prueba palpable de cómo ha cambiado la música popular española de raíz en estas casi cinco décadas. Lo que entonces era directo ahora es sutil. Lo que antaño fue tierra, ahora es fuego. Lo que entonces era fuerza ahora es, además, inteligencia.

Por supuesto que uno de los artífices de este cambio radical, musical, sociológico, ha sido Paco de Lucía.

Insisto, un disco para decir adiós, un disco en que la fantasía de las raíces que cada cual lleva en el alma, le devuelven al barrio en que nació.

Pistas

  1. María de la O
  2. Ojos Verdes
  3. Romance de Valentía
  4. Te He de Querer Mientras Viva
  5. La Chiquita Piconera
  6. Zambra Gitana
  7. Quiroga por Bulerías
  8. Señorita

Veinte y nueve de abril del año dos mil catorce

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Sólo habrá un Paco… El adiós al maestro

No puedo pensar un sólo momento de mi vida sin la música de Paco de Lucía. No quiero siquiera imaginar que habría sido del periplo musical por este mundo, por esta vida sin su música. Ningún episodio de mi arrinconada existencia ha transcurrido sin su música de fondo, como en una película en que el protagonista no quiere ser protagonista sino espectador y gozar de la banda sonora.

Y es que la guitarra existe en mi vida gracias a él, a su música y a sus ganas de tocar. De sólo escuchar ya quería tocar y cuando me decidí a estudiar vino mi primer gran asombro. Emilio de Diego (guitarrista y actor que estuvo en “Bodas de Sangre” y “El amor brujo” de Gades) dijo sobre Paco: “Paco hacía cosas maquiavélicas, el muy cabrón. Es que era un monstruo, pero de verdad. Hacía cosas que estaban prohibidas anatómicamente, guitarrísticamente; prohibidas para todos menos él”. Todo esto por que hasta que Paco de Lucía hizo su aparición a principios de los 70, el flamenco se tocaba con la base de la guitarra apoyada en un muslo. Pero esto para él era incomodo, tanto, que entonces bajo la guitarra, la apoyó por el borde y cruzó la pierna.

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La prensa no demoró en tildarlo de soberbio y fue más lapidaria al decir que le había faltao el respeto al público. Y aunque toco la guitarra como un esperpento, era imposible no querer esa apostura, esa casi sexual manera de tomar la guitarra, en la que te sientes y la haces tuya. En esa época mi profesor (un mecánico de autos venido a gitano) era muy seguidor de los grandes de su época, sobre todo de Manitas de Plata (del que nunca olvidaré su guitarra con clavijero de madera), así que las peleas eran sobre cómo tomar la guitarra, y no sobre los pellizcos, picados, golpes, inversiones o lo que fuera.

Durante los 80, en una de sus visitas a Chile, se juntó con varios guitarristas flamencos jóvenes y cuando uno le preguntó como se relacionaba con su guitarra él respondió: “Esto de la guitarra y yo es complejo. Es un instrumento extremadamente cabrón, con el que nunca las tienes todas contigo, con el cuál nunca sabrás si vas a tocar bien. Todo depende como te trate. En un piano tienes las notas todas afinadas, pero en la guitarra puedes hasta perder una cuerda cuando tocas, que si tienes una uña más larga, la guitarra no perdona y esa uña más larga te desequilibra la mano y por ahí vas corriendo tratando de que el instrumento no se escape. Otras veces no hay acústica y no logras concentrarte. La guitarra es un instrumento que te domina”.

Vale, y a uno ¿qué le queda entonces?. Joder a mi domina la guitarra, el traste, el clavijero, las cuerdas y el terror. Y luego de eso siempre me he preguntado, ¿cómo sería la música de Paco de Lucía si él dominara la guitarra?

Ya con eso, mi admiración se transformó en fanatismo. De lo siguiente que me entero es que es autodidacta. Coño, tenía esperanzas, luego de abandonar a mi profesor Manitas de Plata, quise creer que podía sólo. Ahí todo mi entusiasmo se convirtió en frustración: ¿cómo alguien puede ser TAN autodidacta?. La respuesta: naciendo gitano, en familia flamenca, en Algeciras (o algún rincón de Andalucía), y tener que rasgar para no pasar hambre, pues como todos los artistas de música de raíz, los flamencos siempre han tenido el refrigerador vacío.

Paco y Camarón

Tras iniciar su carrera y de vuelta en España, una noche en el Torres Bermeja, conoce al cantaor Camarón de la Isla y no es exagerado decir que el dúo cambió para siempre el destino del flamenco. Fue un momento fundacional para la historia moderna del flamenco (digo para usar algo la sociología).

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Los dos genios volvieron a revolucionar la maltrecha música flamenca en la era del Franquismo en España. Ambos compartían el mismo “patrimonio artístico”, las pasiones y las virtudes. Grabaron por casi 10 años, 9 discos llenos de fantasía, creatividad, alma, duende, amargura.

La experimentación

Luego de Camarón vino una época muy intensa de experimentación. Atrajo al repertorio flamenco instrumentos tan disimiles como el saxofón (de la mano de Jorge Pardo) o el bajo eléctrico (con Carles Benavent). Pero me atrevo a decir que su mayor aporte ha sido la inclusión del cajón, instrumento hasta entonces ausente de los tablaos. Este instrumento de la música afroperuana es conocido por Paco de Lucía en Perú a fines de los años setenta, de manos de Carlos Caitro Soto de la Colina, cajonero y compositor peruano. Con esto sello el destino de las palmas y cajón como la percusión con la que el zapataeo del guitarrista flamenco se acompaña.

Aparte de es estas experiencias, Paco se unió en un trío de guitarristas conformado por Al Di Meola, John McLaughlin y él mismo. Imaginaran lo que para un fanático de la guitarra puede ser escuchar a tres maestros de esa talla juntos. Friday_Night_in_San_FranciscoGrabaron los que para muchos es uno de los mejores discos en la historia de la guitarra: Friday Night in San Francisco. Además de la conversación constante entre las guitarras, este disco grabado en vivo en 1981, fue un precursor en técnicas de registro de audio. Cada uno de ellos grabó en un canal distinto, Paco de Lucía en el canal izquierdo; John McLaughlin en el canal central y  Al Di Meola en el canal derecho. Con 10 años, fue muy difícil explicar a mi padre la necesidad de adquirir un equipo de tres vías (ya no bastaba el stereo) para poder escuchar sólo esa cinta.

De vuelta

Luego de estas experiencias con el jazz, la improvisación y la música en vivo, Paco de Lucía vuelve a encontrarse con un flamenco mucho más íntimo, con la madurez, la completud, la sabiduría, la simpleza  y el virtuosismo que sólo la experiencia puede dar.

En Paraguay, en Asunción una apacible tarde de primavera en 1998, en uno de los momentos más atesorados de mi esquizofrénica existencia y gracias al gentil gesto del dueño de un restaurant que accedió a colocar un disco recién adquirido, escuché por primera vez el disco Luzía. Sólo quién estuvo ahí podrá entender lo que es mirar el río y sentir la sensación de permanecer para siempre.