Otro grande que se nos va, el 11 de Julio nos dejó Charlie Haden. Rebuscando entre mis discos, me doy cuenta que es un protagonista muy presente. Le tengo especial cariño a 4 discos:
- Beyond the Missoury Sky (con Pat Metheney)
- Sophisticated Ladies
- Jasmine (con Keith Jarrett)
- Last Dance (con Keith Jarrett)
Este último disco publicado el 1 de Junio de 2014, un mes antes de morir, y con un título ensombrecedor.
Mucha gente siempre amará su forma de tocar, pero nadie nunca lo imitará. Él era raro, verdaderamente original. De entonación perfecta, orejas grandes, el más cálido y cautivador tono en la historia del bajo en el jazz; y siempre musical. El mejor «partner» que un artista puede tener para sus proyectos. Si no pregúntenle a Keith Jarret, su entrada sincera y el profundo entendimiento los llevaron a crear dos tremendos discos como son «Jasmine» o «Last Dance».
Tenía fama de neurótico, obsesivo, un tipo raro… ni siquiera se le consideraba un auténtico virtuoso de su instrumento. Y, sin embargo, el mundo del jazz estaba unánimemente rendido a sus pies: “tocar con Charlie Haden es distinto a todo”, aseguraba Pat Metheney, para quien el contrabajista era el mejor compañero de escenario con el que nadie pudiera soñar. “Charlie no es un contrabajista de jazz, es… otra cosa. No toca notas, hace filosofía”. Un ilustre y filosófico pionero del free jazz.
Su idea de un jazz «descentralizado» le llevó a tocar a dúo con el guitarrista de fado Carlos Paredes y con el pianista cubano Gonzalo Rubalcaba. “Me encantaría tocar con Paco de Lucía”, declaraba con ocasión de su última visita a Madrid, “pero tengo entendido que es muy difícil”.
Sin duda que Haden sacó el contrabajo de detrás del escenario y lo hizo protagonista en sonido, forma, expresión, pasión y música.