Ese espacio de cielo aún me grita,
y me encuentro a media altura,
para que murmuren ríos, piedra, pajáros,
la noche se ocultaba entre tus manos,
detrás de mis miradas ansiosas,
sobre eternos y polvorientos caminos.
El cielo se desliza,
y me grita cosas extrañas,
por habitar sus tierras,
solo las cumbres, ajenas, aprendidas,
flotan el aire,
tu brazo golpeó mi rostro,
y lento recojo el ahogao grito de mi alma,
los vientos marcan su existencia,
consumiendo los horizontes,
veloz entra el sol,
rompiendo mi ventana.