Anne Sofie Von Otter & Brad Mehldau: Love Songs

Love SongsLuego de haber escuchado una buena cantidad de veces este disco, aún no sé si es de Brad Mehldau o de Anne Sofie Von Otter. Si puedo confesar que a ella no la conocía y que llegué a este disco rondando la música de Brad Mehldau. Luego descubrí mi enorme ignorancia, ella es una mezzosoprano sueca más que famosa.

La producción se divide en dos partes (yo que la adquirí via iTunes Store, para los que compraron en la tienda serían dos discos), la primera recoge melodías con música original de Brad Mehldau e incluye 7 canciones: It May Not Always Be So, We Met At The End Of The Party, Child, Child, Twilight, Because, Dreams y Did You Never Know?. La segunda parte se dedica a clásicos modernos, a piezas de Brel, Ferré, Rodgers, Barbara, Legrand, Bernstein o Lennon y Mc Cartney. Son canciones de amor que han formado siempre parte de nuestras vidas.

Leyendo más de ésta increíble mujer me doy cuenta que toda su carrera ha sido una cantante de lo que llamaríamos el mundo de la música clásica. Y obvio surge la pregunta ¿cómo nace un proyecto como este? ¿cómo se tienta a una mezzosoprano a pasearse un rato por el jazz?. El disco nace como un encargo del Carnegie Hall a Brad Mehldau para que escribiera algunas canciones para Anne Sofie Von Otter, sólo para voz y piano. Luego Mehldau fue llamado otra vez, esta vez por el Carnegie Hall y el Wigmore Hall de Londres para escribir dos canciones más. Cuenta Anne Sophie von Otter que cuando escuchó el disco que Mehldau había grabado con Renée Fleming no le pareció una mala idea. Más bien al contrario, de manera que aprovechando una estancia en Nueva York se puso al habla con Melhdau para empezar a pensar en algo parecido.

Y aquí está este Love Songs, cuyo contenido es exactamente eso.

Las composiciones de Mehldau las hizo usando letras de poemas, casi todos de Sara Teasdale, con dos excepciones excelsas: e. e. cummings –él quería que se escribiera así, con minúsculas- y Philip Larkin, que aporta algo de amor amargo, (seguramente se imaginó que debía tener un gustillo a ese gin tonic que él elevó a la categoría de sujeto lírico). La inspiración de Mehldau –en mi opinión el mejor pianista de jazz de la actualidad y, en sus momentos más inspirados, el que mejor ha recogido la vieja herencia de Bill Evans- se mueve en el terreno de una especie de minimalismo al que se le agregaron unas gotas de emoción que hacen de la repetición algo perfectamente pertinente de cara a su comprensión completa.

La segunda parte del disco se dedica a clásicos modernos, a piezas de Brel, Ferré, Rodgers, Barbara, Legrand –esa maravilla absoluta, que hubiera firmado cualquiera en el Parnaso y que se llama What are you doing the rest of your life? y que, me permito insinuar como de lo mejor del disco-, dos suecos como Ahlert y Färnlöf –preciosas canciones que Von Otter borda literalmente-, Bernstein o Lennon y Mc Cartney –magnífico Blackbird, recordemos, una de las mejores canciones de The Beatles, de las más “canción de arte” de todo su repertorio y con el pianista americano muy comprometido en el asunto. En ambos registros –la obra en el cruce de Mehldau y estos ya standards- la voz sabe moverse muy bien sin esa impostación necesaria en otros repertorios y que a veces se impone demasiado en estos intentos cuando quizá se confía poco en la calidad de la música que se interpreta.

Mehldau está extraordinario, como era de esperar, porque sabe plegarse bien a la cantante cuando procede pero también irse por las ramas. Sabe que anda sobrado, que tiene ideas pero también que está acompañando a una voz que lo necesita y confía en él. La suma de estos dos magníficos artistas sólo podía dar lugar a un disco excelente, a una muestra de que las fronteras entre los repertorios cuanto más delgadas mejor, que el corazón tiene sus razones y que las canciones de amor o han formado siempre parte de nuestras vidas o, en el caso de alguna recién llegada, pueden incorporarse a nuestro personal Songbook.

Parrafo aparte merece la sorpresa de escuchar «Calling You» (de la película Bagdad Cafe), una de esas canciones que froman parte de mi life track list y «Windmills of Your Mind», llamado aquí en francés «Les moulins de mon coeur», canción de la película Thomas Crown Affair y su remake.

Se aconseja acompañar la audición de un Shiraz (sigo creyendo que la cepa viene de la ciudad Persa), queso y la brisas de la tarde. Un disco este algo más que delicioso.

Tracks

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